El 7 de abril de 1968, en el circuito de Hockenheim, a los mandos de un Lotus-Ford de Fórmula 2, moría Jim Clark, uno de los más grandes de los pilotos de F-1. Un escocés hijo de granjeros, nacido en el condado de Fife (Kilmany). Corrió siempre con Lotus dirigido por el ingeniero Colin Chapman, fue campeón del mundo en 1963 y 1965 y ese mismo año ganó las 500 millas de Indianápolis, además de infinidad de carreras en competiciones de turismos con un Lotus-Cortina.
Se suponía que Clark compartiría un Ford F3L con Bruce McLaren en el BOAC 500, una prueba del campeonato mundial de autos deportivos en Brands Hatch. ¿Qué estaba haciendo en Alemania?
Hoy, una noticia ‘Bomba’ viaja por las redes y en cuestión de segundos está en la mayoría de los dispositivos al alcance de todos, primero se conocerá la noticia y al poco tiempo los detalles.
Hace cincuenta años, no era así. En lo mas minimo.
No había forma de averiguarlo. Las carreras eran plato de 2º o 3º y el fútbol lo llenaba todo, había que ingeniárselas para estar al tanto de las noticias. A veces llegaban en el día o al otro noticias de Mónaco, y ocasionalmente de Monza, ya que las carreras de F1 ni siquiera eran cubiertas en vivo. Para estar al tanto de los detalles, era necesario esperar los informes en los periódicos nacionales del lunes o esperar que salgan las revistas especializadas, depende el país, aquí en la Argentina, eran ‘El Gráfico, Automundo o Revista Corsa’. Por eso a veces da bronca las constantes quejas sobre la cobertura, si hoy se puede acceder a ellas hasta desde un teléfono móvil sentado en una reposera frente a el mar.
“Jimmy estuvo a la altura de Tazio Nuvolari, Juan Manuel Fangio y Stirling Moss. Todos sentimos en algún momento que era invencible. Morir en una carrera de F2 es, casi, inaceptable” – Bruce McLaren
Aquí se puede armar el lío, pero para quien escribe, el 1 absoluto fue Juan Manuel Fangio, pero quien le sigue de muy cerquita es Jim Clark, de los 47 Grandes Premios con puntos para el campeonato mundial que se disputaron entre 1961 y 1965, ganó 19, casi el 40%. Ganó de manera apabullante sus dos títulos mundiales, en 1963 y 1965.
En su era, la mitad de las carreras de Fórmula 1 no tenían puntaje para el campeonato. A los 25 triunfos que consiguió en carreras para el mundial entre Bélgica 1962 y Sudáfrica 1968, hay que sumarle otras 19 victorias, tan válidas como las del campeonato, más 16 triunfos en la Copa de Tasmania, sobre autos de Fórmula 1. Una comparación más justa con los 41 triunfos de Senna o los 91 de Schumacher, que corrió en Fórmula 1 casi el doble de temporadas (15) que el escocés (ocho, de 1960 a 1967)
Cuando falleció tenía 32 años, y en los cuatro años posteriores a su muerte, Lotus ganó los títulos de 1970 con Jochen Rindt (de manera póstuma) y de 1972 con Emerson Fittipaldi. Clark cuantos habría ganado entonces? Quedará para siempre la duda, como la que quedó con Ayrton.
Que tenía Clark para ser el mejor de su época?
De todo. Velocidad, serenidad, eficacia, talento. Dominó su época en la Fórmula 1 – con coches de litro y medio de cilindrada- con autoridad completa. Con su particular estilo no castigaba la mecánica. Empezaba a doblar antes de frenar y se zambullía dento de la curva para soltar el freno mucho antes de enderezar el volante. Empleaba esa técnica al máximo en cada primera vuelta: cuando partía desde la pole, les sacaba dos o tres segundos de ventaja al cabo de la primera vuelta y de esa forma destruía psicológicamente a sus rivales.
Era capaz de acomodarse al auto y hacerlo parecer mejor de lo que en realidad era; al contrario de otros pilotos que probarían el auto por varias vueltas, haciéndole ajustes hasta conseguir el mejor tiempo posible, Clark lograba el mejor tiempo así en la manera como encontraba al auto, y le decía a los mecánicos «déjenlo, así está bien». Debido a esto se le hacía difícil entender cómo otros pilotos no podían ser igual de rápidos que él.
En el Gp. de Inglaterra ’65 vencía por 36 segundos a Graham Hill cuando notó que la presión de aceite se había caído. En los curvones de Silverstone comenzó a cortar el encendido para restablecer la circulación de aceite, doblaba con el envión y volvía a dar corriente en las rectas. Hill marcó el récord de vuelta persiguiéndolo, pero Clark conservó el motor y ganó su cuarto GP británico consecutivo por apenas 3 segundos, un monstruo!
Odiaba Spa-Francorchamps, por lo peligrosa de la pista, pero eso no le impidió ganar allí otros cuatro Grandes Premios consecutivos, con trabajos épicos. En 1963 y bajo una lluvia torrencial, pasó de octavo a puntero en la largada y le sacó una vuelta a todo el lote (salvo a Bruce McLaren, que recuperó el giro sobre el final), con una particularidad: como la quinta marcha de la caja saltaba, corrió tres cuartas partes de la carrera sosteniendo la palanca con la mano derecha y conduciendo solo con la izquierda. a más de 183 km/h de promedio.
En 1965, una vez en la punta, bajó el ritmo a causa de la lluvia, pero cuando le llegó la señal desde boxes de que Jackie Stewart reducía la diferencia, volvió a apretar el acelerador por una razón increíble: no quería que su joven compatriota y amigo tomara riesgos innecesarios en una pista tan peligrosa. Lo venció por 45 segundos.
En 1966, cuando el reglamento permitía ya los motores de tres litros, Lotus no había conseguido un reemplazo adecuado. En Holanda, con un Climax llevado a 2 litros, alcanzó a los Brabham-Repco de 3000 cc de Brabham y Hulme, peleó la punta con menos cilindrada y potencia, los superó y le sacó 15 segundos de ventaja al australiano. El motor se empezó a romper a 15 vueltas del final y aún así terminó tercero.

Jim Clark también ganó el Indy 500 en 1965
Una carta que envió a miles de admiradores después de su título de éxito de 1963 resume su humildad.
«Espero que entienda por qué hice copias de esta carta en respuesta a su mensaje de felicitación y por qué ha tardado tantos días en llegar»
«Desde que tuve la suerte de convertirme en el nuevo campeón, me han inundado con cartas tan amables y tan bienvenidas como las tuyas. Nunca podría haber soñado que tenía tantos miles de amigos que se alegrarían por mi.
«Mi deseo natural de responder a todos estos mensajes individualmente se ha visto frustrado por el hecho de que he estado corriendo o viajando casi continuamente desde entonces».
«Esta pequeña nota es la única forma en que puedo decir un breve pero sincero»gracias»antes de salir corriendo para una larga estadía en los Estados Unidos.
«Por favor, acepte esto con el espíritu en que está escrito y espero sinceramente que pueda expresarle en algún momento mi gratitud personalmente en un futuro no muy lejano»
James Clark Jr.
«Si Jim Clark puede morir, cualquiera puede morir», dijo Stewart,
«La muerte de Jimmy en Hockenheim fue el comienzo nuestro para volver a la realidad, ha cambiado todo el mundo de la Fórmula 1 … en lo que respecta a la seguridad de la pista», agregó el triple campeón del mundo.
«Era casi a prueba de balas», dijo el escocés «Manejó de una manera tan suave y calculada que nunca condujo en exceso. Nunca fue un piloto que alguien hubiera pensado que se mataría en un auto de carrera».
«Y de repente, el deporte permitió que eso sucediera porque no había barreras ni protección de esos árboles en los que el automóvil se incrustó».
Clark, tan silencioso e indeciso como cuando salía del auto, perdía el control a toda velocidad, posiblemente debido a una rueda trasera desinflada en su Lotus, y daba un salto mortal hacia los árboles. No hubo imágenes de televisión, ni fotografías aparte de los restos. Jim Clark murió casi en el acto en un accidente insuficientemente explicado. Un rumor nunca confirmado decía que Clark había tratado de evitar a unos niños que cruzaban la pista imprudentemente a lo lejos, pero el único testigo del accidente, un comisario de circuito, no vio a esos niños «Quedé paralizado por el horror. Todo ocurrió tan rápido… El auto se deslizó hacia la izquierda y pareció hundirse tras la valla, a sólo 10 yardas de mí.»
La violencia del impacto fue tal, que seccionó el coche en tres partes. La delantera se desintegró, el motor y la caja fueron a parar contra un pequeño muro situado a unos ochenta metros, detrás del cual había algunos espectadores, y el habitáculo con el piloto dentro quedaron al pie de los árboles.
Jim no murió en el acto, y cuando llegó la ambulancia (llamada por radio por los escasos controladores que había en la zona) el médico aún le encontró con vida, pero nada pudieron hacer para salvarlo, ni allí ni en el hospital de Heidelberg a donde fue trasladado por carretera, pues en aquella época ni los circuitos tenían clínica ni por supuesto había helicópteros medicalizados.
Me gustaría escribirles sobre su carácter introvertido, sobre sus constantes cambios de opinión, sobre su humildad y falta de divismo (hoy una verdadera rareza), sobre cómo se autodefinía: «Granjero»….. hay tantas cosas para escribir, pero me quedo que con la temprana, inexplicable y poco publicitada partida de Clark, nos quedamos sin saber dónde hubiera llegado y de cómo hubiera cambiado la historia y estadísticas del automovilismo.
Hoy 7 de Octubre de 2018, hace 50 años que Jim Clark se fue y a los que amamos éste deporte, nos sigue oprimiendo el pecho su partida.

Hoy, en el lugar de su muerte, reposa una cruz perdida y casi olvidada: «Jim Clark – 7.4.1968».
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